Hace alrededor de cincuenta años el genetista Norman Borlaug desarrolló un tipo de trigo de alto rendimiento, sumamente resistente que podía cultivarse mucho mejor que cualquier otro tipo de trigo. Esto impulsó la producción agrícola global a la cual se le llamó la Revolución Verde. Este tipo de trigo fue adoptado por comunidades agrícolas en todo el mundo y junto con un tipo de arroz mejorado, casi se triplicó el rendimiento global de cereales de 0.8 billones de toneladas en 1961 a 2.8 billones de toneladas en 2014.
Millones de personas se salvaron de la hambruna y se evitó la desnutrición que se temía con base en la predicción del aumento de la población mundial de 3 billones a 7 billones durante ese mismo periodo. Actualmente se espera que la población alcance los 9.7 billones en 2050. Para alimentar a todas esas personas, la producción de alimentos deberá incrementarse en otro 70 por ciento.
La Revolución Verde, posible en muchos casos gracias a los subsidios directos o indirectos de casi todos los gobiernos del mundo, ha convertido a los cereales y a los productos hechos con las harinas de esos cereales, en el alimento más barato disponible para millones de personas de todo el mundo. El resultado ha sido un aumento significativo en el porcentaje del consumo diario de alimentos basados en carbohidratos. Pasó de casi 30 por ciento antes de la Revolución Verde a más del 50 por ciento en los países desarrollados y más del 70 por ciento en los países en vías de desarrollo.
La respuesta a una crisis inminente de alimentación y el aumento de la cantidad de personas que recibieron ayuda fue la salvación del mundo. Las innovaciones en la producción de semillas, el cultivo mecanizado, mejoras en la molienda y en el refinamiento de los cereales han hecho posible que su producción dé como resultado una gran cantidad de platillos apetitosos y visualmente atractivos. La comodidad y la eficiencia de proveer alimentos para la familia convirtieron el incremento gradual en el consumo de cereales y alimentos basados en cereales en algo normal y aceptable. Esto ha condicionado a las siguientes generaciones a sentirse cómodos con la idea de que diariamente, a veces varias veces en el día, se espera el consumo de alimentos basados en cereales e incluso se considera que es esencial para sobrevivir.
De cualquier manera esto ha traído muchas consecuencias involuntarias como el incremento en las incidencias de obesidad, diabetes tipo 2 y cáncer en todo el mundo, además de la nueva paradoja de la obesidad asociada a la desnutrición.
En consecuencia la Revolución Verde ha promovido el enorme incremento en condiciones médicas muy graves.
¿Qué podemos hacer?
La obesidad es la manifestación de consumir en exceso alimentos que contienen energía (como los cereales y los productos hechos con harinas de esos cereales) comparado con la posibilidad de utilizar toda esa energía. Esto tiene como consecuencia el almacenamiento de carbohidratos dentro de las células de grasa lo que produce el aumento de peso. La diabetes tipo 2 es el resultado de que el cuerpo queme ácidos grasos en lugar de glucosa, ante todo de las células musculares, para producir energía para realizar las actividades físicas, lo que da por resultado la acumulación de glucosa en la sangre. El aumento de la incidencia de cáncer se debe a que las células cancerígenas se multiplican más rápido con ayuda de la glucosa proveniente de cereales y de harinas de cereales, superando la capacidad del sistema inmunológico de destruirlas. La obesidad asociada con la desnutrición tiene lugar cuando las personas consumen muchos productos baratos y subsidiados con cereales o con harinas de cereales que crean obesidad al mismo tiempo que no proporcionan nutrientes esenciales que el cuerpo requiere para su adecuada nutrición.
Soluciones
Sugiero las siguientes soluciones para prevenir la repetición de problemas similares mientras intentamos encontrar otras fuentes de alimento para los personas que apenas van a nacer.
- Los gobiernos deben dejar de dar subsidios a las granjas agrícolas. En lugar de eso deben promover el cultivo de verduras que no se relacionen con cereales, diseñadas para resistir plagas. Por ejemplo, se puede fomentar que los granjeros cultiven variedades de legumbres, calabaza, tomates y otras verduras resistentes al calor y a la falta de agua, las cuales se convertirán en parte importante de la alimentación en lugar de los cereales.
- Debemos promover el cultivo a pequeña escala de verduras de manera pública y privada, poniendo énfasis en las verduras regionales que se basan en las características de la tierra y del clima.
- Se debe educar a las personas acerca de los beneficios nutricionales de consumir frutas y verduras en lugar de cereales. Irónicamente, comer frutas y verduras que tienen magulladuras comprueba que han sobrevivido plagas y ataques de insectos y esto podría ser positivo para el cuerpo.
- Considerar el aumento de producción y consumo de elementos ricos en nutrientes pero no tradicionales como hongos, algas, insectos y gusanos.
Estos pasos ayudarán a que las personas dejen su gusto por consumir cereales y productos hechos con harinas de cereales. Predigo que si realizamos todas esas acciones, veremos una disminución en las tasas de obesidad, diabetes tipo 2 y cáncer.
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